El sueño y sus funciones

¿QUÉ ES EL SUEÑO?

El sueño es una condición vital cíclica, compleja y activa. Está compuesto por varias fases y tiene un comportamiento interno característico con interrelaciones entre diversos sistemas hormonales y nerviosos. Caracterizado por una reducción de la conciencia, un reconocimiento del entorno disminuido y una reducción del movimiento, el sueño es un proceso fisiológico esencial para la subsistencia y el correcto funcionamiento del organismo.

Para el ser humano, el sueño es la actividad realizada durante más tiempo a lo largo de la vida teniendo una duración media de 8 horas, distribuidas generalmente en un único episodio nocturno lo que representa generalmente cerca de un tercio de la vida. El sueño es un proceso fisiológico esencial para la renovación de las funciones mentales y físicas. Numerosos estudios científicos realizados han puesto de manifiesto la importancia que tiene el sueño sobre funciones vitales como: la memoria, el desarrollo cognitivo, el metabolismo, el sistema inmune, así como muchas otras.
El sueño es un proceso compuesto por varias fases, que se determinan gracias al uso de varios instrumentos capaces de registrar el comportamiento y las variaciones de parámetros fisiológicos. Un ciclo completo de sueño tiene una duración media de unos 90 minutos y se puede repetir de 4 a 6 veces a lo largo de la noche. Cada ciclo se compone de fases que se presentan en 2 grupos:

  1. FASES NO REM: Son las fases de relajación y descanso, durante las cuales el organismo pasa del estado de vigilia a un estado de actividad lenta y sueño profundo.
  2. FASE REM: Fase de alta actividad cerebral, caracterizada por unos movimientos oculares rápidos, durante la cual se activa la función onírica (…es cuando soñamos) y en la que se restablecen las funciones corporales y vegetativas, a excepción de la actividad motriz que es inhibida por el tronco cerebral.

FUNCIÓN DEL SUEÑO

Dormir es esencial para la subsistencia del organismo. El correcto funcionamiento de numerosos sistemas orgánicos, tales como: inmunológico, metabólico, nervioso, cardiovascular o endocrino, depende del sueño. Algunos estudios científicos han puesto de manifiesto la importancia crucial del sueño en los procesos de regeneración de las funciones del organismo, de restauración de la energía y numerosos procesos cognitivos, como la memoria, el pensamiento o el lenguaje.
Es recomendable dormir de 7 a 8 horas diarias, aunque las necesidades fisiológicas de cada persona son muy variables y dependen de numerosos factores (edad, sexo, actividad diaria, calidad del sueño…). Las personas que no descansan bien, o no duermen lo suficiente, pueden ver afectadas su funcionalidad diaria y salud, además de presentar otras complicaciones como:

  • Sistema inmunitario: La carencia de sueño afecta al sistema inmunitario, pues al debilitar su acción nos hace más vulnerable frente a numerosas enfermedades. La falta de sueño no solo afecta la capacidad de prevención del sistema inmunitario, por lo que también tiene consecuencias negativas sobre la curación de heridas o enfermedades.
  • Metabolismo: Numerosos estudios han relacionado la falta de sueño con la aparición de obesidad. Está relación se debe al incremento de la concentración de grelina (hormona responsable de la sensación de apetito) y la disminución de la producción de leptina (hormona inhibidora del apetito) en personas con carencia o privación de sueño.
  • Sistema cardiovascular: Se han observado datos que sugieren que la carencia de sueño está relacionada con problemas de hipertensión y otros problemas cardiovasculares como la insuficiencia cardiaca.
  • Sistema endocrino: Numerosas hormonas, como la del crecimiento, el cortisol o las hormonas sexuales (FSH y LH), son sintetizadas durante el sueño, por lo que la falta de reposo produce alteraciones tanto en la secreción como en la función de estas hormonas.
  • Sistema nervioso: Durante el sueño, el sistema linfático (vía de limpieza del SNC) tiene una actividad 10 veces superior en comparación con el estado de vigilia, lo que confiere al sueño una acción esencial para la salud mental. La falta de sueño se asocia a alteraciones de las funciones cognitivas y al incremento de riesgo de padecer de enfermedades mentales como el Alzhéimer.