El sueño y la edad

chicoLa duración del sueño y las necesidades que tenemos de dormir dependen mucho de la edad y en general empiezan a disminuir con el envejecimiento.

Los recién nacidos necesitan descansar casi todo el día, y suelen dormir alrededor de 20 horas diarias divididas en periodos de 3 a 4 horas. A lo largo de la infancia los requerimientos de descanso empiezan a disminuir, y los niños pasan a necesitar de dormir entre 10 a 12 horas. No obstante, se ha demostrado que los hábitos de descanso de los adolescentes no les permiten dormir el tiempo necesario, por lo que aumenta el nivel de somnolencia durante el día. Este fenómeno se debe a numerosos factores ambientales y sociales, que terminan afectando al ritmo circadiano del organismo y como consecuencia al desarrollo y crecimiento del individuo.

En el caso de los adultos, se ha establecido como necesidad el dormir entre 7 y 8 horas cada noche, aunque este dato varía mucho entre individuos, dependiendo muchas veces de factores ambientales y sociales. Las necesidades horarias de sueño de un adulto joven, y de un adulto de mediana edad, es la misma en cuanto a duración, pero se observan diferencias en la estructura del sueño, es decir, la duración de las fases REM y no REM.

abueloFinalmente llegando a la tercera edad, los patrones del sueño siguen variando y se ven profundamente cambiados. Las personas suelen presentar signos de somnolencia más temprano por la noche, y se despiertan generalmente más temprano por la mañana. El sueño de las personas mayores es más ligero, lo que aumenta la probabilidad de sufrir interrupciones del sueño durante las noches, generando en muchos casos, la necesidad de realizar una siesta durante el día.

Aún no se han esclarecidas por completo las causas responsables de los cambios observados en los ciclos de sueño-vigilia. En lo que respecta a la melatonina, se ha establecido una relación entre su producción y el proceso de envejecimiento. La melatonina es una hormona que actúa como regulador del ciclo circadiano, además de inducir el sueño. Se ha demostrado que a medida que las personas envejecen disminuye la capacidad de síntesis de melatonina, lo que facilita la aparición de problemas de insomnio. Esta reducción en la producción de melatonina, también es responsable del aligeramiento del sueño tanto en duración, como en profundidad. Estos trastornos del sueño en personas mayores, pueden implicar graves consecuencias. Efectivamente, si los trastornos son importantes, la falta de sueño podría afectar seriamente las capacidades mentales y cognitivas del individuo, empeorando el declive normal debido al envejecimiento.